Ayer, 26 de mayo de 2010 se presentó la nueva película dirigida por el ecuatoriano Sebastián Cordero.
El evento tuvo lugar en los multicines Renoir, cerca de la Plaza de España de Madrid.
A la llegada al local, dos señoritas nos dotaron del material, consistente en un CD con imágenes, presentaciones y varios trailers. Sobre las 10:30 pasamos a una sala, no más grande que una caja de cerillas y alcanzando las 11:00 se comenzó a proyectar la película que se presentará en no más de una semana.
Rabia, solo el título me hizo pensar en una de esas películas aburridas y soporíferas pero he de reconocer que desde la primera secuencia, Sebastán te sumerge en un mundo del que solo podrás salir al final, en el desenlace de la trama.
Con un argumento, cuanto menos, original me mantuve atento durante toda la proyección del filmeque mantuvo enganchado a todos los allí presentes.
El autor de "Crónicas" o "Ratas ratones y rateros" volvió a fascinarnos con otra obra de arte que, sin duda, dará mucho que hablar.
Al final de la película, los actores ofrecieron una rueda de prensa y unos minutos después, pudimos acceder a hablar con algunos de ellos, destacando la entrevista a su protagonista Martina García.
Quizá nos esperábamos la aparición pública del director (Sebastián) pero por motivos laborales no hizo acto de presencia y, todo sea dicho, eso si que me dio rabia.
miércoles, 26 de mayo de 2010
martes, 4 de mayo de 2010
Secuestro Express a un jóven esquiador

Ayer a las 9:30 de la mañana arrancó el juicio de los 3 etarras, Igor Portu, Mikel San Sebastián y Martín Salazola por el atentado en la terminal 4 de Madrid que se cobró la vida de 2 personas.
Entré ala sala y pude observar su disposición. A la derecha, se situó la prensa y algunos estudiantes de derecho que acudieron al juicio. A la izquierda, los familiares de las víctimas aguardaban tensos cual piel de tambor.
Más alante, a la derecha, se situaban los abogados de la defensa mientras que a la izquierda se situó el ejército de abogados que presentó la acusación.
Llegó el momento más esperado tanto por la prensa como por cualquier alma que en la sala se encontrase.
Los 3 etarras hicieron su aparición en la sala acompañados por 4 agentes de la policía. Los terroristas entraron y miraron a 4 amigos que se encontraban al fondo, a los que brindaron una sonrisa de oreja a oreja. La cara de los familiares de los fallecidos era un poema. Risas y tristeza se aunaron en un salón donde podía cortarse el ambiente con un cuchillo.
El juicio, como cualquier otro, más que interés, me producía somnolencia.
Los abogados de la acusación empezaron a "bombardear" con preguntas a los miembros de la banda terrorista, preguntas que nunca encontraron respuesta.
Más tarde, agentes de la policía testificaron y contaron como fue aquel día de 2006 en el que se encontraban de servicio en el aeropuerto.
Tras sus testimonios, muy evidentes y carentes de interés, llegó el turno de un jóven de no más de 24 años. Repentinamente mi atención despertó. Esta fue su historia:
- "Yo me encontraba en Francia, esquiando. Había ido en coche, de esa manera me ahorraría el alojamiento y dado que mi furgoneta dispone de un colchón en la parte trasera, decidí llevarla para pasar allí las noches.
Una de las tardes, tras pasar la mañana esquiando, decidí ir al coche a prepararme la comida. Repentinamente 4 tipos cubiertos con capuchas, abrieron la puerta, me encañonaron con un arma corta y me dijeron que no hiciese el tonto, que eran de ETA y que nada me pasaría si seguía sus instrucciones"
Uno de los abogados interrumpió al chaval preguntándole:
- "¿Pudiste ver a los terroristas, cómo eran?"
El chico, sin preocupación alguna le respondió:
-"No se, yo les miré y vi a 4 tipos encapuchados y vestidos de negro, yo solo veía sombras y gente vestida de negro"
Tras responder a la pregunta, el chaval continuó contando su historia de la manera más normal del mundo.
"Los individuos me taparon la cabeza con una capucha y me esposaron de pies y manos. Yo solo seguía sus instrucciones. Ellos se comunicaban con silvidos y yo solo escuché la voz de uno de ellos durante los días que duró el secuestro.
Me mandaron a la parte de atrás de la furgoneta y me dijeron que nada me pasaría si no hacía el tonto. Uno de ellos condujo la furgoneta hasta un sitio que no pude ver.
Me sacaron de la furgoneta y me pasaron a un coche."
El abogado volvióa interrumpir:
- ¿Cómo supo usted que era un coche si iba tapado con una capucha?
El jóven respondió:
- "Pude intuirlo, por la altura, entré agachado y empujado a la fuerza por uno de ellos, pero pareció arrepentirse ya que me sacaron unos segundos después y me metieron en el maletero. Me dijeron que para el día 30 estaría en casa si no hacía el tonto. Al día siguiente, tras pasar la noche en el maletero, me sacaron y me quitaron la capucha unos segundos para que pudiese ver la claridad. Un momento después fuimos a una especie de cabaña y allí estuvimos el segundo día entero"
Lo cierto es que el chico no parecía inquieto, parecía habérselo pasado "bomba", nunca mejor dicho.
Su testimonio continuó:
- "Amanecimos en la cabaña y me trasladaron a un bosque donde me dieron una radio, eran las 11:00. Me dijeron que tomase la radio y cuando en la emisora dijesen que eran las 11:15, me quitase la capucha".
El abogado preguntó de nuevo:
- "¿Pensó en quitársela antes?"
El jóven fue muy claro:
- "Mire, llevaba 2 días durmiendo en un maletero y siguiendo sus instrucciones, nada malo me había pasado. Aguantar 15 minutos más, no me supuso ningún esfuerzo. Esperé ese tiempo y baje por un camino que me llevó a un pueblo, una vez allí pedí ayuda llamando a mi hermano mayor".
El chico había contado su historia, creanme, de la manera más natural del mundo. Prueba de ello fue la respuesta a la pregunta del juez:
-"¿Qué reclama usted?"
El jóven fue tan simple como contundente:
- Quiero mi furgoneta.
Ni reclamó daños psicológicos, ni físicos. Solamente quería su furgoneta. Tras la contestación, dio un sorbo a su botella de agua y el juez le pidió que abandonase la sala.
Cómo ven, el juicio tuvo de todo. Por un lado risas por parte de los terroristas. Por otro, tristeza y llantos aportados por los familiares, y por último, diversión, un jóven que se lo pasó como un enano viviendo 2 días con terroristas, todo un aventurero.
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