
Mi nombre, Fernando. Mi apellido, llamarme Caballero porque como un galán me "colé" en la XII reunión de alto nivel del mecanismo de coordinación y cooperación en materia de drogas Unión europea-América latina-El Caribe.
Quizá debido a mi inocencia, fui capaz de adentrarme "hasta la cocina" en una reunión a puertas cerradas acerca del narcotráfico tanto en la UE como en América Latina y Caribe.
Así lo hice y así puse en evidencia el "estricto" control de seguridad de este tipo de eventos.
7:30 AM. Me encuentro en Segovia dispuesto a tomar el autobús para reunirme en Madrid con mi mentora,persona encargada de enseñarme como ejercer el periodismo Freelance.
Quedo con ella en el Eurobuilding a las 9:00 AM y por motivos desconocidos, no aparece. Decido llamarla y me dice que entre al edificio y pregunte por unas conferencias sobre cooperación en materia de drogas que se están llevando a cabo.
No me lo pienso dos veces y entro en el edificio. Un lujoso hotel de cinco estrellas con tres elegantes tipos custodiando la recepción enchaquetados al más puro estilo James Bond.
Sin miedo me dirijo a ellos "de usted" y les pregunto acerca de la reunión, me dicen que suba a la primera planta, avance por el pasillo y a la izquierda encontraré a los conferenciantes.
Mi vestimenta no tiene desperdicio. Unos vaqueros "rasgados", unas deportivas con una década de vida y una sudadera azúl "pitufo", ¡vaya tela!.
El caso es que sigo las instrucciones de los recepcionistas y consigo llegar a una segunda aduana, un mostrador con dos chicas despampanantes que emanan una fragancia afrutada y derrochaban simpatía por los cuatro costados. Me preguntan por mi nombre y sin balbucear les digo:
- "Mi nombre es Fernanado Caballero y trabajo como corresponsal para un medio impreso"
Las dos chicas me miran con cara de poker y tras no más de un par de segundos me endosan una acreditación de prensa que ni siquiera yo, sabía lo que era.
El caso es que ya estaba llegando a la sala dónde las máximas eminencias de cada país estaban llevando a cabo la reunión citada anteriormente.
Las chicas me dicen:
- "¿ves esas dos puertas? es en la segunda".
Allá me dirijo con un cuaderno verde, propio de un niño de primaria y un bolígrafo Bic carente de capuchón, ¡vaya esperpento!
Abro la puerta, un chirrido me delata y unos 50 ponentes clavan la mirada en mí. Me pongo rojo como un tomate pero con habilidad consigo mantener la compostura y sentarme en una silla, rodeado de eminencias de imponentes vestimentas uniformadas.
Tras la finalización del primer acto, tomo mi teléfono móbil y disparo un par de fotos. Las miradas parecen perdonarme la vida.
El Sr. Camacho, que exponía en ese momento, finaliza su ponencia y llega el momento de la "foto de familia".
Dada la facilidad con la que había accedido a tal conferencia, estuve a punto de posar en la foto, pero no lo vi oportuno y salí a fumar un cigarrillo.
A los 15 minutos, volví a la sala para presenciar el segundo acto que transcurrió como el primero.
A la finalización del segundo acto, me mantuve en la sala hasta la clausura y cuando esta finalizó, agarré mi cuaderno y sin decir adiós, salí del edificio con un maletin repleto de panfletos e información sobre el consumo, el tráfico y las nuevas rutas de estupefacientes.
Cómo veis, esto es seguridad, una reunión importante y un joven inocente que se está iniciando en el periodismo consigue colarse hasta "el horno".
Suerte que fui yo el que me colé pero de igual modo podría haberlo hecho un terrorista o un narcotraficante.
¡vivan los dispositivos de seguridad españoles!
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